Conociendo el mundo

19.03.2024

Conocer y saber parecen caras de la misma moneda. Pero conocer algo no implica saber lo que ese algo es en última instancia. Aquí un ejemplo: "Conocimos a la mamá de Juan". Nadie entenderá que ese conocimiento sea equivalente a saber quién es esencialmente la mamá de Juan. Esto porque el verbo conocer se utiliza también como sinónimo de experimentar y no solo de entender qué son las cosas o cuál es el origen de los fenómenos que se perciben. No hay mejor ejemplo de esto que el concepto de conocer en el vivir, conocer los límites que la propia ignorancia recrea: "Hay que dejarlos que se golpeen, que conozcan la vida".

Esta cuestión del conocer y del saber abre el camino en direcciones que aparentan ser opuestas: Por un lado el conocimiento profundo de la quietud de lo absoluto y trascendente, la explicación de lo que las cosas son en verdad; Por el otro la vivencia empírica e inmediata, la bullente dinámica de lo que parece haber en la sensación del aquí y el ahora. El alfarero, su torno y su arcilla representan la esencia invisible tras las innumerables formas de barro, la estantería interminable de vasijas que son el mundo aparecido, los acontecimientos cotidianos, la cresta de la ola en el océano.

Respecto al título con que se encabeza este artículo surge aquí otro problema: ¿Conociendo el mundo cómo?  ¿Conociéndolo como es o como aparece ante mí?

En primer lugar deberíamos concordar en que:

No hay un mundo sin una conciencia que lo perciba. Esto lo confirma la ciencia, específicamente "el efecto observador de la física cuántica".

Siendo así. ¿Cuál sería el verdadero mundo o universo, el que ves tu o el que veo yo? ¿Cómo sabremos cuál es la lectura más objetiva?

Si comprendemos que las diferentes interpretaciones o lecturas van a contrastarse entre sí por responder a "miradas" más o menos agudas, que están distanciadas de la lectura perfecta en mayor o menor grado. Lo que proponemos es lo siguiente: Para saber lo que es verdaderamente el mundo debemos admitir que los universos aparecidos no son sino fragmentos inconclusos del universo verdadero y solo perceptible ante un aparato lector hiper-potente, que goza de conciencia plena.

De las lecturas imperfectas se desprende la riqueza de los múltiples universos. Cabe ahí todo lo que no es, lo que parece ser y es, como resultado de lecturas semiconscientes, existencial, pero no auto-explicable; la realidad tangible se explica cuanto más nos alejamos de ella adentrándonos en los conceptos impalpables de la ciencia y la filosofía.

Concluimos entonces redondeando la idea: Alentamos a seguir sintiendo y entendiendo la vida. Conociendo el mundo por ambos caminos: Desde la comprensión del universo como el resultado de una conciencia del yo y del mundo, encarnando el imposible de esta realidad "inflada"y como una lectura en lo indefinido, lectura que empobrece esa indefinición madre, eleática y taoísta precipitándola a la concreción material a donde se han transportado los límites del observador.



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