Las Ideas Lúcidas

Las ideas son más fuertes que las cosas. Resisten mejor al tiempo, a la erosión ambiental que convierte en arena a la roca sólida. Las ideas no necesitan del frío de la nevera para mantenerse intactas y su naturaleza inmaterial las hace indestructibles frente a la violencia física. Esa inmortalidad de las ideas ha venido preocupando a los escépticos y a los inquisidores, a todos aquellos que tienen la misión de eliminar las ideas más lúcidas. Pero no pueden tocarlas ni vencerlas. Las ideas lúcidas, una vez conocidas, se quedan para siempre desintegrando las estructuras rivales que tienen, tuvieron o tendrán pretensiones de explicar la vida. Por eso, sabiendo de la impotencia de sus argumentos y de la inmortalidad inmanente a las ideas lúcidas,  los preservadores de la ignorancia desarman los nidos de donde las ideas vienen saliendo. Rompen las incubadoras intelectuales que pueden ser instituciones, grupos o personas; todo aquello que produzca explicaciones plausibles de lo que es la vida. Las ideas nos anteceden y nos sobreviven y ninguno de nosotros está fuera de una corriente, con mayor o menor conciencia, siempre estamos perteneciendo a una idea pujante; una idea que viene de antes, a la que alimentamos y para la cual servimos porque trae un embarazo cognitivo hacia el mañana. La mente de Dios viene recordando…y en ese lapso atemporal entre el ser, que se sabe y el ser aparecido, que no se sabe, la existencia es como la muzzarella que se derrite arriba y no deja ver lo hay en el interior de la pizza.